miércoles, 27 de agosto de 2014

TEXTOS LITEARIOS I

recientemente realice el examen de Textos Literarios I, después de estudiar varias guías finalmente la que tenia mucho si no es que la gran mayoría del contenido del examen fue esta
1.- Según Alfonso Reyes la literatura es?
Actividad que trata el suceder imaginario basado en lo real.
2.- Para Alfonso Reyes uno de los valores de la literatura es el 
Semántico
3.- Según Alfonso Reyes la ficción consiste en?
Crear una historia prescindiendo del mundo real
4.- Una característica fundamental del género épico es
Narrar objetivamente un hecho.
5.- Según su libro de texto ¿Cuál de los siguientes aspectos es el más importante en la 
épica?
El argumento
6.- Una característica distintiva de la lírica es?
Comunicar un estado anímico
7.- Cual de las siguientes opciones contiene una característica de la comedia?
El conflicto es provocado por equívocos
8.- La acción y la tensión son dos elementos propios del genero llamado?
Dramático
9.- Cual de las siguientes opciones contiene uno de los temas del génesis?
La liberación de los hebreos de la esclavitud de Moisés
10.- Los libros de la sabiduría se caracterizan por?
Exponer el destino del hombre de modo individual
11.- Lea lo siguiente:
“templada espada mi furia,
Mi rigor quieta bonanza,
La fortuna no se vence
Con injusticia y con venganza”
¿Cuál es el esquema de la rima de los versos anteriores?
 ABCB
NOTA El esquema de la rima es la práctica de rimar las palabras situadas al final de las líneas de la prosa / poesía. La esquema de la rima se refiere al orden en que determinadas palabras riman. Si la rima alterna palabras, se trata de un esquema "abab", lo que significa "a" es la rima de las líneas 1 y 3 y "b" es la rima que afecta a las líneas 2 y 4.
templada espada mi fu(ria)A
mi rigor quita bonan(za)B
la fortuna no se ven(ce)C
con injusticia y con vengan(za)B
Literatura del Renacimiento
Las siguientes seis preguntas, se contestan con base en el 
fragmento de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote De La Mancha que se presenta a 
continuación:
 Iban Don Quijote y Sancho en compañía de un caballero, Vivaldo, y de un grupo 
de cabreros, cuando vieron bajar de la montaña hasta veinte pastores, a quienes se 
acercaron. Entre seis de ellos traían unas andas, cubiertas de mucha diversidad de 
flores y de ramos. Lo cual, visto por uno de los cabreros, dijo: “Aquellos que allí 
vienen son los que traen el cuerpo de Grisóstomo, y el pie de aquella montaña es el 
lugar donde él mandó que lo enterrasen.”
Y así los que esto miraban, como los que abrían la sepultura, y todos los demás 
que allí había, guardaban un maravilloso silencio, hasta que uno de los que al muerto 
trajeron, dijo a otro:
 -Mira bien, Ambrosio, si es éste el lugar que Grisóstomo dijo, ya que queréis que 
tan puntualmente se cumpla lo que dejó mandado en su testamento.
 Y volviéndose a Don Quijote, y a los caminantes, prosiguió diciendo:
 -Ese cuerpo, señores, que con piadosos ojos estáis mirando, fue depositario de un 
alma en quien el cielo puso infinita parte de sus riquezas. Ese es el cuerpo de 
Grisóstomo, que fue único en el ingenio, sólo en la cortesía, extremo en la gentileza, 
fénix en la amistad, magnífico sin tasa, grave sin presunción, alegre sin bajeza. 
Quiso bien, fue aborrecido; adoró, fue desdeñado; sirvió a la ingratitud, de quien 
alcanzó por premios ser despojos de la muerte en la mitad de la carrera de su vida, a 
la cual dio fin Marcela, una pastora, a quien él procuraba eternizar para que viviera 
en la memoria de las gentes, cual lo pudieran mostrar bien esos papeles que estáis 
mirando, si él no me hubiera mandado que los entregara al fuego en habiendo 
entregado su cuerpo a la tierra.
 Vivaldo, que deseaba ver lo que los papeles decían, abrió luego el uno de ellos, y 
vio que tenía por títulos “Canción Desesperada.”
 Oyolo Ambrosio y dijo:
 -Ése es el último papel que escribió el desdichado; y porque veáis, señor, en el 
término que lo tenían sus desventuras, leedlo de modo que seáis oído.
 -Eso haré yo de muy buena gana –dijo Vivaldo-; y como todos los circunstantes 
tenían el mismo deseo, se le pusieron a la redonda, y él leyó.
 Bien les pareció a los que escuchado habían la canción de Grisóstomo, pero el 
que leyó, dijo que no le parecía que conformada con la relación que él había oído del 
recato y bondad de Marcela, porque en ella se quejaba Grisóstomo de celos, 
despenas y de ausencia. A lo cual, respondió Ambrosio:
 -Para que, señor, se satisfagáis de esa duda, es bien que sepáis que cuando éste 
desdichado escribió ésta canción, estaba ausente de Marcela, de quien se había 
ausentado por su voluntad, por ver si usaba con él la ausencia de sus ordinarios 
fueron. Y como al enamorado ausente no hay cosa que no le fatigue ni temor que no 
le dé alcance, así le fatigaban a Grisóstomo los celos imaginados y las sospechas 
temidas como si fueran verdaderas.
 -Así es la verdad –respondió Vivaldo-. Y queriendo leer otro papel lo estorbó una 
maravillosa visión (que tal parecía ella) que improvisamente se les ofreció a los ojos; 
apareció la pastora Marcela, tan hermosa que pasaba a su fama su hermosura.
 Más apenas la hubo visto Ambrosio, cuando le dijo:
 -¿Vienes a ver por ventura, si con tu presencia vierten sangre las heridas de este 
miserable a quién tu crueldad quitó la vida?, ¿o vienes a ufanarte en las crueles 
hazañas de tu condición?
 -No vengo, ¡oh, Ambrosio!, a ninguna cosa de las que has dicho –respondió 
Marcela,- sino a volver por mí misma, y a dar a entender cuán fuera de razón van 
todos aquellos que de sus penas y de la muerte de Grisóstomo me culpan; y así, 
ruego a todos los que aquí estáis, me estéis atentos. Hízome el cielo, según vosotros 
decís, hermosa, y de tal manera que, sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os 
mueve mi hermosura y por el amor que me mostráis, decís y aún queréis que esté yo 
obligada a amaros. Yo conozco que todo lo hermoso es amable; más no alcanzo que 
por razón de ser amado esté obligado lo que es amado por hermoso, a amar a quien 
le ama. Y más, que podría acontecer que el amador de lo hermoso fuese feo, y siendo 
lo feo digno de ser aborrecido cae muy mal el decir: “Quiérote por hermosa, hazme 
de amar aunque sea feo.”
 Pero puesto caso que corran igualmente las hermosuras, no por eso han de correr 
iguales los deseos, que no todas las hermosuras enamoran, que algunas alegran la 
vista y no rinden la voluntad. Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué 
queréis que rinda mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me 
queréis bien? Si no, decidme: ¿si como el cielo me hizo hermosa me hiciera fea, 
fuera justo que me quejara de vosotros porque no me amabais?
 La honra y las virtudes son adornos del alma, sin las cuales, el cuerpo, aunque lo 
sea, no debe de parecer hermoso. Pues si la honestidad es una de las virtudes que al 
cuerpo y al alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de perder la que es amada 
por hermosa, por corresponder a la intención de aquel que por sólo su gusto con 
todas sus fuerzas e industrias procura que la pierda?
 Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos. A los que 
he enamorado con la vista, he desengañado con las palabras. Y si los deseos se 
sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Grisóstomo, ni a otro 
alguno el fin de ninguno de ellos, bien se puede decir que antes lo mató su porfía que 
mi crueldad. Y si se me hace cargo que eran honestos sus pensamientos, y que por 
esto estaba obligada a corresponder a ellos, digo que cuando en ese mismo lugar, 
donde ahora se cava su sepultura, me descubrió la bondad de su intención, le dije yo 
que la mía era vivir en perpetua soledad. Si yo lo entretuviera, fuera falúa; si lo 
contentara, hiciera contra mi mejor intención prosupuesto. Porfió desengañado, 
desesperó sin ser aborrecido; mirad ahora si será razón que de su pena se me dé a mí 
la culpa. Quéjese el engañado, desespérese aquel a quien le faltaron las prometidas 
esperanzas; confiese el que yo llamaré; ufánese el que yo admitiere; pero no me 
llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito. Que 
si a Grisóstomo mató su impaciencia y arrojado deseo, ¿por qué se ha de culpar mi 
honesto proceder y recato? Si yo conservo mi limpieza con la compañía de los 
árboles, ¿por qué ha de querer que la pierda el que quiere que la tenga con los 
hombres? Yo, como sabéis, tengo riquezas propias y no codicio las ajenas.
 Tengo libre condición, y no gusto de sujetarme, ni quiero ni aborrezco a nadie; no 
engaño a éste, ni solicito a aquél; ni burlo con uno, ni me entretengo con el otro.
 Y en diciendo esto, sin querer oír respuesta alguna, volvió las espaldas, y se entró 
por lo más cerrado de un monte que allí cerca estaba, dejando admirados tanto de su 
discreción como de su hermosura a todos los que allí estaban. Y algunos dieron 
muestras de quererla seguir, sin aprovecharse del manifiesto desengaño que habían 
oído. Lo cual, visto por Don Quijote, pareciéndole que allí venía bien usar de su 
caballería, socorriendo a las doncellas menesterosas, puesta la mano en el puño de su 
espada, en altas e inteligibles voces dijo:
-Ninguna persona, de cualquier estado y condición que sea, se atreva a seguir a la 
hermosa Marcela, so pena de caer en la furiosa indignación mía. Ella ha mostrado 
con claras y suficientes razones la poca o ninguna culpa que ha tenido en la muerte 
de Grisóstomo, y cuán ajena vive de condescender con los deseos de ninguno de sus 
amantes; a cuya causa es justo que en lugar de ser seguida y perseguida, sea honrada 
y estimada de todos los buenos del mundo, pues muestra que en él ella es sola lo que 
con tan honesta intención vive.
(Adaptación)
1.- La caracterización del personaje Grisóstomo a lo largo del fragmento anterior 
es:
 Lacrimosa
2.- En general, ¿cómo se muestra Ambrosio hacia Marcela?
Agresivo
3.- Al saberse culpada de la muerte de Grisóstomo, Marcela se muestra:
 Desconcertada
4.- Marcela ve el amor entre dos personas como un sentimiento que parte de la:
Reciprocidad
5.- ¿Cuál de las siguientes apreciaciones sociales de la mujer cuestiona Marcela?
La mujer como objeto
6.- Hacia Marcela, Don Quijote asume una actitud de:
Respeto